domingo, 31 de diciembre de 2017

PUES ESO


Cada momento ocurre dos veces: una dentro y otra fuera,
y son dos historias diferentes.
Zadie Smith


Dicen que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y aun lo malo, si poco, no tan malo. Así que aplicándome el cuento, aquí queda la cosa, no en lo bueno, ni en lo malo, sino en lo que queda un poco más arriba, para bien y para mal. La vida es así, ¡Qué le vamos a hacer!



miércoles, 27 de diciembre de 2017

AGENDAS



- Al final de cada noche la tarta de queso y el pastel de manzana siempre se acaban. La torta de durazno y la torta de mouse de chocolate están casi terminadas. Pero siempre queda una tarta de arándanos sin tocar. 
- ¿Y qué hay de malo en la tarta de arándanos?
- No tiene nada de malo. Sólo que la gente elige otras cosas. No puedes culpar a la tarta de arándanos. Simplemente nadie la quiere.
My blueberry nights






Releo las notas que durante el año he escrito en mi agenda de papel. Por ahí se cruzan las últimas desesperaciones provocadas por el nacionalismo exacerbado de mis vecinos, una receta de cocina que nunca probaré; los resultados de las últimas pruebas médicas entreverados con los libros que siempre estoy pendiente de leer, las imágenes que quiero gravar en la retina para siempre, junto con las cosas que a veces quiero decir y no siempre digo porque no puedo, porque no quiero, porque no hay interlocutor posible. Hacerse cuenta del estado de ánimo de meses atrás es un imposible, un pasatiempo engañoso porque entre esas letras, sacadas del contexto de lugar y del tiempo, casi nada cuadra y todo se convierte en un telegrama de mi vida diaria.  Hoy llueve en Barcelona. En unas semanas esta nota tan simple no tendrá ningún sentido, pero hoy lo tiene. Lo mismo que lo tiene que lleve unos días durmiendo a pierna suelta, que sienta una especie de alegría interior tan absurda como efímera. Toca hacerse con una nueva agenda de papel, sólo allí las cosas cobran sentido durante unas horas y los días, a veces más muertos que vivos, se convierten en algo distinto.







martes, 12 de diciembre de 2017

UN HOMBRE EN BUSCA DEL SINSENTIDO


"El catalán es un ser humano que se da —que me doy— pena. Unamuno dice que [los catalanes] hasta cuando parecen que atacan, están a la defensiva".
Josep Pla





El tema de la independencia de Cataluña tiene saturado a todo el país, sobre todo a los propios catalanes. Corren malos tiempos desde hace mucho y, entreverado en la vida del día a día, el odio campa a sus anchas entre aquellos que menosprecian al otro vanagloriándose de algo tan absurdo como ser o no ser de un determinado terruño. Poco mérito tiene eso. Pero contra el odio y la irracionalidad poco se puede hacer cuando desde hace años se inocula el veneno del desprecio. Sustraerse al mal ambiente, a las ganas de salir corriendo y a una vida diaria malbaratada por el desquicie colectivo, es muy difícil. Sobre todo cuando cualquier cosa que se diga, si no es alineada con la minoría independentista que de una manera absolutamente extraña se ha convertido en una falsa mayoría, acabará rebotando contra una pared de negación e insulto. Ya no hay voluntad de escuchar nada, de abandonar el pensamiento único y teledirigido, ni de poner dos dedos de frente, ni cuatro gotas de sensatez democrática, a absolutamente nada. Vivimos entre la ponzoña que los golpistas disfrazan con palabras grandilocuentes con las que pretenden esconder y seguir engañando a una parte de la sociedad que, de una manera absolutamente inexplicable, prefiere vivir en una mentira que viste los ropajes de un fascismo absoluto. No hay más que ver los compañeros de viaje con los que se juntan, la Nueva Alianza Flamenca, para quedarse absolutamente perplejo y sentir más cerca que nunca el peligro de la cerrazón más intransigente. La deriva de los que creen dirigir una cruzada de autodeterminación, alejándonos del progreso, de los derechos y libertades fundamentales, solo puede terminar naufragando. Sin embargo, ese naufragio nos arrastra a todos.  La economía ha quedado hecha trizas, la sociedad ha quedado tan fragmentada que se necesitaran varias generaciones y una campaña de saneamiento democrático para que la gente deje de tener que mirar de reojo antes de hablar.  Algo muy sucio, muy feo y moralmente obsceno recorre de arriba abajo nuestro panorama. Un río de podredumbre que no se va a terminar así como así, ni siquiera con las elecciones del 21 de diciembre a las que los no nacionalistas nos aferramos sin demasiadas esperanzas.





lunes, 4 de diciembre de 2017

DE LO MENUDO


             Con las pasiones uno no se aburre jamás; 
sin ellas, se idiotiza.
Stendhal





Stendhal definió el arte como una promesa de felicidad. Así lo recoge Iñaki Uriarte en uno de sus diarios. Y una no puede dejar de removerse por dentro aunque que no pretenda enmendarle la plana a nadie. Por eso, después de darle un poco de vueltas concluyo que puede que realmente sea así, el arte como una promesa de felicidad. Pero quizá porque los años no pasan en balde, prefiero pensar que la utilización del término promesa solo fue una licencia poética que se permitió el autor. No es que desconfíe de las buenas intenciones que encierran algunas promesas, pero una prefiere escapar del futurible y de la voluntariedad imprecisa que toda promesa encierra y acercarse, aunque sea de puntillas, al gozo inmediato de lo que se toca, de lo que se huele, de lo que se saborea y de lo que, precisamente por su inmediatez, es difícil resistirse. Vivimos a base de píldoras, cápsulas en la que se encierra una vida entera. También en cuanto a la felicidad. Porque en definitiva, esa felicidad tan buscada, no es más que un buen puñado de cosas, casi siempre menudas, que nos zarandean por dentro y, por unos minutos, nos devuelven a nosotros mismos. Ahí reside la belleza de lo menudo. Puede que ocurra lo mismo con el arte, que tiene la capacidad intrínseca de transformar en gigantesco lo más menudo, puede que por eso, a veces, aun vea cine y me sienta la mar de feliz. Puede que "La librería" de Isabel Coixet sea una de esas píldoras que algunos necesitamos.